Pronto llegará un nuevo miembro a la familia. Pero su hermana o hermano mayor todavía es pequeño y tendrá que compartir la atención y los brazos de sus padres. ¿Cómo vive esta experiencia? Cada familia encuentra sus soluciones. Toma nota de ellas para preparar al hermano mayor ante la llegada de un nuevo bebé a casa.
Llega un nuevo hermanito: ¿cómo preparar a tu hijo?
«Nuestra hija no se interesa por su futuro hermano, no habla de él. Nosotros respetamos su silencio.» Elena y Matías, padres de Laura, de 3 años
Algunos niños hacen miles de preguntas sobre lo que ocurre dentro del vientre de su madre; otros no dicen nada. «Muchas veces, ese silencio es un mecanismo de defensa: el niño presiente que un acontecimiento importante está en camino, que tendrá que enfrentarse a cambios… así que se protege y no habla de ello», explica la psicóloga Nicole Prieur. Lo mejor es respetar su decisión de obviarlo, por lo menos al principio del embarazo.
Alrededor del octavo mes, los padres pueden empezar a hacer existir al bebé, por ejemplo enseñando al mayor cómo se mueve la tripa de la madre. «Igual que tú cuando estabas ahí dentro…».
«Enseñamos lo positivo de tener un bebé a nuestro hijo: ¡él va a ser el hermano mayor!». Sofía y Luis, padres de Tristán, de 2 años y medio
¡Es una suerte ser el hermano mayor! Hay montones de cosas que los mayores saben hacer antes que el bebé: jugar, montar en bici, nadar, ir a dormir a casa de un amiguito, etc. Esta idea puede atenuar el sentimiento de rivalidad, ¡pero cuidado con cargar al mayor con responsabilidades demasiado complejas! Por ejemplo, repitiéndole una y otra vez que tiene que dar ejemplo a su hermano pequeño o que es su modelo. «Eso ocurrirá de forma natural, es absurdo hacerle cargar con ese peso», añade la psicóloga.
«Mientras llega el bebé, estamos muy pendientes de María para que no se sienta excluida.» Cristina y Tomás, padres de María, de 3 años
A menudo, un niño se representa el amor parental en términos excluyentes: «Si el bebé está en el corazón de papá y mamá, es que yo ya no estoy». Nicole Prieur explica: «El reto consiste en hacerle comprender que el amor de sus padres puede ampliarse. Sencillamente, se manifiesta de formas distintas, según las necesidades de cada uno. Al bebé, le cambiamos el pañal y le damos el biberón; contigo, leemos cuentos y jugamos». A los 2 o 3 años, un niño necesita pruebas para estar seguro de que sus padres le siguen queriendo. Una de esas pruebas puede ser, por ejemplo, una cama de mayor mientras se prepara el cuarto del bebé.
«Hemos explicado a nuestro hijo que tiene derecho a sentirse celoso.» Miriam y Juan, padres de Noé, de 3 años
Aceptar y comprender la envidia del mayor en el momento en el que la expresa es una reacción excelente por parte de los padres. Pero tampoco hay que anticiparla evocando la propia, ya que un bebé también es un motivo de alegría. «Durante el embarazo, cuando se imaginan al futuro bebé, muchos niños se entusiasman: a los 2 o 3 años, los recién nacidos les parecen muy bonitos y muy tiernos», recuerda Nicole Prieur. «¡Sería una pena perder ese precioso momento hablando de los celos!» Después, es probable que el mayor sienta tristeza y cierto rechazo hacia el bebé. Es entonces cuando podemos decirle: «Tienes derecho a estar enfadado, pero no a hacerle daño».