A los 3, 4 o 5 años, las preguntas, las “palabrotas”, los gestos, las miradas y algunos juegos traducen la curiosidad sexual de los niños. Una curiosidad a la que los adultos deben responder, sin pasarse ni quedarse cortos. A continuación os damos algunos consejos.
Preguntas de los niños sobre sexualidad: comprender esta etapa
“¿Tú tienes pilila?” El interés por los órganos sexuales suele coincidir con el segundo ciclo de Educación Infantil. Aunque solo sea porque es la edad en la que dejan de hacerse sus necesidades y se despiden de los pañales. Ahora bien, como destaca la psicóloga y sexóloga Anne Bacus, “hasta ese momento, esa zona de su cuerpo era inaccesible con las manos, porque estaba cubierta por el pañal. Por eso es normal que el niño explore, como exploró sus dedos gordos, sus orejas, etc.”.
La Escuela Infantil también es un lugar propicio para la observación. Laurence Fayolle es maestra desde hace muchos años. “Vamos todos juntos al servicio, niños y niñas mezclados. Los pequeños se observan y el que es observado no se molesta. Algunos esperan su turno con los pantalones bajados, otros se olvidan de subirse las braguitas o los calzoncillos antes de lavarse las manos, ¡todo es muy ‘natural’! ¡El servicio se convierte en un salón!”. La maestra y su auxiliar aprovechan la ocasión para dar algunas explicaciones: “Cuando me preguntan por qué los niños tienen pilila, les explico que el sexo de las niñas está por dentro, por eso se ve menos”.
También es la etapa en la que el niño mira con curiosidad la desnudez de su padres. Hacia los 3 años, se estructura la diferencia sexual: ¿mi cuerpo es como el de mamá o como el de papá? “Cada principio de curso –observa Laurence–, tengo algunos alumnos que aún no saben muy bien si son niños o niñas. ¡Son ellos y ya está!”. Poco a poco, el pequeño se identifica como niño o como niña y divide a los que le rodean en dos “bloques”: es una señora, es un señor… Entonces aparece la pregunta: ¿si todos tenemos dos ojos, dos brazos y una nariz, por qué somos distintos en ese aspecto?
Hablar de intimidad y de consentimiento con los niños
La curiosidad de los niños se expresa a través de preguntas y miradas, y a veces también por gestos y juegos (como el de “papás y mamás” o el los “médicos”) o por la exhibición. A la edad de Caracola, mientras un niño no fuerce a otro, “hay que desdramatizar –matiza Anne Bacus–. Tienen todos la misma edad, no es nada grave. En ausencia de contacto, si a una niña le levantan la falda, no se traumatiza, salvo si los padres se lo toman a la tremenda. Basta con que el adulto –los padres o el docente– explique que no se toca el cuerpo de los demás y que no se enseña el propio cuerpo en el colegio”. Los niños “tienen una relación muy natural con su cuerpo –observa Laurence Fayolle–. Se levantan la camiseta y enseñan la tripa. Las niñas pequeñas se levantan el vestido y los niños enseñan los calzoncillos. Cuando hacen eso, les digo riendo: “¿A que la seño no os enseña sus braguitas y su tripa?”.
Estos comportamientos son una buena ocasión para hablarles de intimidad y de consentimiento y de explicarles: “Son partes de tu cuerpo que guardas para ti y que nadie puede tocar. Y tú no tienes que tocar el cuerpo de alguien si el otro no quiere”. En casa, Anne Bacus aconseja a los padres que se comporten como dicen a sus hijos que hay que comportarse: hay que respetar y hacer respetar la intimidad de cada cual. No es necesario ponerse una bata para cruzar el pasillo desde el cuarto de baño hasta la habitación si nunca lo hemos hecho hasta ahora, pero no tenemos que dejar que nos toquen.
Tampoco hay nada anormal en que las niñas o los niños pequeños se acaricien el sexo. Christine todavía recuerda su sorpresa cuando se encontró a sus dos hijas en el baño, jugando con la alcachofa de la ducha: “Prueba, veras que cosquillitas, ¡qué gustiiiito!”. Lo conveniente es limitarse a apelar al pudor: “Puedes hacerlo en tu habitación, cuando estés solo”. Sin embargo, si vemos que el niño lo hace a menudo, que su pene o su vulva está irritado, es mejor acudir al pediatra para descartar una causa fisiológica o psicológica: ¿empezó de un día para otro? ¿Qué ha visto o ha oído? “A esta edad –subraya Anne Bacus–, si el sexo tiene mucho protagonismo, no hay que tomárselo a la ligera”.
Aceptar todas las preguntas de los niños sobre la sexualidad
“¿Qué quiere decir ‘felación’?”, “¿qué es hacer el amor?”. Cuando el niño nos pregunta esto en la cocina, nos quedamos estupefactos. En la Escuela Infantil, nuestro hijo convive con multitud de niños. Muchos de ellos tienen hermanos mayores y oyen otras palabras, se hacen otras preguntas, repiten lo que les dicen… “Los adultos se desconciertan, es normal –comenta Anne Bacus–. Siempre hay un desfase entre lo que suponemos que han progresado los niños y adónde han llegado en realidad”. Los adultos se sienten incómodos porque eso les remite a su intimidad y a prácticas de adultos, mientras que para el niño eso no significa nada. Sin embargo, hacer como que no hemos oído la pregunta o decirle: “¿Dónde has oído eso? ¡No son cosas para tu edad!”, solo lograría ocultar el tema y hacerlo todavía más atractivo. Porque lo que el niño quiere saber ante todo es: “¿Puedo hacer todo tipo de preguntas?, ¿mis padres van a aceptarlas?”. Es imprescindible que el niño sienta que es posible el diálogo.
Conviene seguir estos dos consejos para formular una respuesta. En primer lugar, hay que comprobar hasta qué punto desea saber. Para ello podemos preguntarle a nuestra vez: “¿Y, tú, qué crees?”, ¿a ti qué te parece?”. Luego, Anne Bacus recomienda contestar “no poniéndose al nivel de la pregunta, sino al nivel del niño, sin tratarlo como si fuera mayor”. Por ejemplo, podemos decir: “Es una caricia entre dos adultos que se quieren mucho”. Antes de cerrar el asunto, hay que procurar dejar una puerta abierta a otras preguntas: “¿Te he aclarado tu duda? ¿Quieres preguntarme algo más? Puedes venir a preguntarme lo que quieras siempre que quieras”. Lo más importante es que note que puede hablar de ello. Es mejor que nos pregunte a nosotros que a sus amigos o, más adelante, que se informe a través de internet.
Hablar de sexo con los niños de forma sencilla
Generalmente, no es necesario entrar en detalles y concretarlo todo. Basta decir simplemente que para hacer un bebé se necesita una semilla de papá y otra semilla de mamá y que, juntas, se mezclan y crecen en la tripa de mamá. Explicar los detalles científicos no sirve de nada. Lo que le interesa a esta edad no es la técnica ni la mecánica, sino las relaciones humanas. “Soy maestra de Infantil desde hace años –constata Laurence–, y nunca me han preguntado directamente sobre “cómo se hacen los bebés”. ¡Y eso que hay muchas madres embarazadas! Les preocupa más la llegada del hermanito, lo que significará para él, el lugar que ocupará. Un niño que pregunta “¿cómo se hace un bebé?”, en realidad se está preguntando sobre su propia historia. Hablarle de amor, de sentimientos, de deseo y de ternura satisfará mejor su espera que una explicación puramente fisiológica. Lo mismo se puede decir de los niños cuyos padres están separados. Es fundamental que el niño sepa que fue deseado. Y si la historia de su nacimiento es poco común, por ejemplo, por ser fruto de la reproducción asistida o de una adopción, Anne Bacus recomienda que le expliquemos al niño con claridad “que es absolutamente necesario que haya dos semillas para hacer un bebé, la del hombre y la de la mujer”.
Y si no nos sentimos cómodos con sus preguntas, podemos decirle: “No me siento a gusto con este tema. Si quieres hablar de esto, puedes preguntarle a tal persona o buscaremos un libro en la biblioteca”. Lo importante es acompañar al niño en sus dudas sin adelantarse, para ajustar lo más posible la respuesta utilizando palabras que estén a la altura del niño.
Texto: Anne Bideaut.