La creatividad se educa en la Escuela Infantil, pero no siempre ocurre lo mismo en la familia. Y es una lástima, porque es fundamental en muchos aspectos y depara grandes satisfacciones. Os proponemos 5 actividades artísticas y os damos algunos consejos para que las realicéis con vuestros hijos con toda libertad y en colores.
¿Se puede aprender a ser creativo?
“Si una persona no sabe leer o escribir, no suponemos que es incapaz de hacerlo, sino que simplemente no lo ha aprendido. Con la creatividad pasa lo mismo”. Estas palabras de Ken Robinson, pedagogo especializado en el desarrollo de la creatividad, no dejan lugar a dudas. A ser creativo se aprende. Y la creatividad afecta a todos los aspectos de la actividad humana: para dar un pase decisivo en el fútbol, el equipo tiene que ser creativo; para resolver un enigma científico, los investigadores tienen que serlo también; para responder a los grandes desafíos del mundo del mañana, lo mismo.
La libertad y el estímulo para experimentar son factores fundamentales para desarrollar la creatividad. Y las disciplinas artísticas son un buen campo de entrenamiento. Por eso, más que exigir a los niños “no rebasar las líneas” o hacer “un muñeco bonito”, debemos poner a su disposición un espacio y un material. Y, luego, dejarlos libres. Para que se salgan de la raya. Para que prueben. Para que “fallen”. Os proponemos 5 actividades que se realizan solo con papel y colores. Pero el modelado, la música, el teatro o la danza también pueden estimular su creatividad, por supuesto. Sin olvidar la contemplación, el aburrimiento, la lectura, el juego libre… No olvidemos que, como dice Ken Robinson, “todos los progresos del hombre se basan en la imaginación”.
6 consejos previos para padres
No sacarlo todo: Para un niño pequeño, sacar a la vez las pinturas, los rotuladores, los lápices de colores, etc. es desconcertante. Y es preferible escoger solo uno o dos colores (azul y amarillo, rojo y amarillo o un color y blanco). También puede haber sesiones “self service” en las que el pequeño tenga acceso a todo el material, pero no en cada ocasión.
Proteger el entorno: A los jóvenes artistas hay que ponerles una bata (o una camiseta vieja) y colocar un hule en la mesa. Utiliza un plato hondo para evitar que el bote de pintura se caiga por el peso de los pinceles. O junta los botes de tres en tres con una goma.
Fijar los soportes: A los niños pequeños les cuesta sujetar la hoja mientras dibujan o pintan en ella. Lo mejor es sujetarla con cinta adhesiva de pintar o con cintas decoradas. Para los dibujos grandes es preferible utilizar una superficie vertical o un caballete.
Archivar sus creaciones: Anota detrás su nombre y la fecha. También puedes poner un cordel en el pasillo o en su habitación y colgar en él sus obras más recientes con la ayuda de unas pinzas. Algunos padres hacen fotos de las pinturas para luego archivarlas digitalmente y… deshacerse a escondidas de unos cuantos metros cuadrados de papel. ¡Porque la producción puede ser descomunal!
Armarse de paciencia: Hace falta mucha paciencia para no intervenir. ¡Tenemos tantas ganas de que descubra que azul + amarillo = verde! Pero el azul solo tampoco está mal, ¿no? Lo mismo ocurre cuando el niño se dedica a extender el pegamento en varias capas, porque a nosotros nos parece un despilfarro. ¿Y si el pegamento es un fin en sí mismo y no un medio? ¡Huy, ha metido los dedos en el bote de pintura! ¿Y por qué no puede hacer una pintura de dedos?
Reaccionar con tacto: “¡Qué gallina tan bonita!”. “¡Pero si no es una gallina!”, se defiende el pequeño artistas con lágrimas en los ojos. Tenemos tendencia a ver siempre “algo” en los dibujos. Una reacción típica es decir : “Qué bonito, ¿qué es?”. El niño no siempre quiere representar algo. Disfruta con la materia, con la línea, con el trazo. Es mejor limitarse a describir lo que vemos: “Ha utilizado el azul y el rojo. Esta parte es mucho más oscura que esta otra. Y en esta esquina no has puesto ningún color”. A los niños mayores podemos pedirles que nos cuenten lo que han hecho.
5 actividades para hacer con los niños
1. Los fuegos artificiales lácteos para abrir mucho los ojos (todas las edades)
Material: un plato llano, leche, acuarela líquida o colorante alimentario, líquido lavavajillas y un bastoncillo para los oídos.
Realización: cubre el fondo del plato con una capa de leche. Echa una gota de color (en general, se hunde). Moja un lado del bastoncillo en el líquido lavavajillas y pide a tu hijo que toque la gota de color con la punta del bastoncillo. ¡Sorpresa! La gota “explota” en todas direcciones por la superficie de la leche. Ahora añade gotas de otros colores. Sigue así hasta que la leche adquiera un color uniforme.
2. Autorretrato de pie, a tamaño natural, para ocupar un lugar en el mundo (para ls 3 años y… con muchos más)
Material: una hoja de papel del tamaño del niño (o la parte de atrás de un mapa de carreteras desfasado), material artístico de todo tipo (rotuladores, lápices o pintura, y también pegamento, trozos de tela o de papel de regalo, cuentas de collar… ¡todo vale!
Realización: coloca la hoja en el suelo y pide a tu hijo que se tumbe encima, sin moverse. Traza el contorno de su cuerpo en la hoja, con un rotulador (esto puede hacerlo también un hermano mayor). Cuando se levante, observad juntos la silueta en el suelo: ¿qué os sugiere? Luego pídele que “vista” el muñeco como más le guste. Una vez terminado el retrato de papel, puedes recortarlo y colgarlo en la puerta de su habitación.
3. El desafío de los garabatos para crear entre varios (a partir de 3 años)
Material: una hoja de papel por participante, material de dibujo y un reloj de arena o un cronómetro.
Realización: cada participante hace un garabato (algo abstracto) en su hoja de papel y luego se la pasa a su vecino. Este observa la hoja que ha recibido y continúa el dibujo utilizando el garabato como punto de partida. Si ve un animal, hace un animal, si ve una persona, hace una persona, etc. Los más pequeños pueden continuar el garabato añadiendo colores. El cronómetro sirve para poner límite a la sesión, pero no es obligatorio. Luego se exponen todas las obras y se comentan en grupo. También es una buena ocasión para mirar los garabatos con más respeto de lo habitual.
4. Sombras y luces para ver lo real de otro modo (a partir de 5 años)
Material: un jarrón, una o varias ramas con hojas o un ramo de flores, una hoja de papel, celo, un lápiz, pintura al pastel u otro material artístico para dar color.
Realización: mete las ramas o las flores en el jarrón y colócalo delante de una fuente de luz. Lo ideal es hacerlo encima de una mesa, delante de una ventana bien orientada. La sombra del ramo se proyecta al pie del jarrón. Coloca la hoja de papel en la sombra y sujétala con celo. Pide a tu hijo que repase el contorno de la sombra con el lápiz. No importa si se sale, no tiene por qué ser preciso. Luego retira el ramo y mirad juntos los trazos que ha hecho: ¿no es sorprendente? ¿Parece una rama o veis otra cosa? ¿Quiere añadir color (no necesariamente el del modelo) o prefiere dejarlo así?
5. Lo más grande posible para liberar el cuerpo y la mente (a partir de 3 años)
Material: una hoja grande de papel, un trozo grande de cartulina o una pizarra negra y material de dibujo al gusto.
Realización: es muy fácil. Dale a tu hijo todo el material. Sujeta la hoja al soporte (si le resulta más cómodo) y dile simplemente: “Dibuja la cosa más grande posible. Puedes ocupar toda la hoja”. Deja que trabaje y, una vez haya terminado, pregúntale: “¿A que no sabías que podías hacer un dibujo tan grande?”. También puedes proponerle hacer el ejercicio contrario dándole un trocito de papel del tamaño de un post-it. Seguro que disfruta igual. Por cierto, ¿te has fijado hasta qué punto el formato A4 (y su “familia”, A5, A3, etc.) se ha convertido en la norma? Casi nunca dibujamos en formatos cuadrados o muy alargados. Al utilizar una proporción distinta a la habitual, ¡a veces nos llevamos sorpresas!
Texto: Anne Bideault. Ilustraciones: Pierre Fouillet.