¡Jugar, jugar, jugar…! Para los niños, el juego es una necesidad, como el sol o la comida. Pero, en el inmenso cajón de los juguetes que ofrece nuestra sociedad de consumo, ¿cómo orientarnos para elegir bien? Algunas (sencillas) reflexiones pueden ayudarnos a elegir (bien) un juguete para nuestros hijos.
Reflexiones para elegir (bien) un juguete para un niño o niña
«Lo que un niño necesita para crecer no es un juguete, sino un juego», asegura de entrada la psicóloga Sophie Marinopoulos, especialista en juego infantil, es decir, en cómo juegan los niños. Resulta fascinante observar en lo que, a sus ojos, se transforma una sencilla caja de cartón: en una casa, un coche, un avión, un sombrero… ¡Y qué concentración cuando, recién llegados del colegio, preparan minuciosamente todo el material necesario para jugar… a los colegios! Sin embargo, cuando a los padres les toca ir a una juguetería, a menudo se sienten confusos y desbordados ante las estanterías repletas de juguetes. ¿Qué criterios seguir para elegir uno para su hijo o para su hija?
Reflexión #1: mostrar cierta reserva ante la publicidad
En ocasiones, la edad recomendada que aparece impresa en las cajas se «baja» un poco por razones puramente comerciales: ¡así se amplía la franja de clientes potenciales! Respecto a la edad, la psicóloga Anne-Sophie Casal admite que, efectivamente, hay un «A partir de…», pero opina que el otro extremo no tiene límite: si un niño vuelve a mostrar interés por un juguete (o por un tipo de juguete) de cuando era más pequeño (o de una edad inferior a la suya), ¿por qué impedirle que juegue con él o desestimarlo como posible regalo?
Reflexión #2: observar las tendencias de cada niño
¿Tu hijo nunca se ha sentido atraído por esas maravillosas construcciones que fueron el «juguete dorado» de tu infancia? ¡Es natural! Cada niño establece su propia relación con un juguete. Y no hay por qué preocuparse cuando deja uno de lado. Hay niños que buscan la acción y se lanzan a construir casas, vehículos y máquinas de todo tipo. Otros, a través del juego, prefieren contarse historias en las que proyectan lo que les inquieta en ese momento. Y nada es eterno: los dinosaurios de los que no se separaba a principio de curso pueden quedar olvidados en un rincón en primavera.
Reflexión #3: limitar nuestras compras (¡y las de los allegados!)
Los niños necesitan tiempo para «hacerse» con un juguete. Y, cuando simultáneamente tienen demasiados a su disposición, son incapaces de jugar y los abandonan sin llegar a interactuar con ellos. Anne-Sophie Casal aconseja dejar fuera sólo unos cuantos y almacenar cuidadosamente el resto. Cada tres o cuatro meses, se puede abrir la «reserva», guardar un juguete que ya ha perdido un poco de interés y sacar otro.
Reflexión #4: reservar un tiempo diario para jugar
«Conviene reservar un tiempo para el juego», aconseja Sophie Marinopoulos. Y es que, en nuestra sociedad, los niños cada vez tienen menos tiempo para jugar, con una agenda diaria rebosante de actividades que, incluso siendo lúdicas, están dirigidas. Por eso es tan importante que tengan la oportunidad de experimentar, por su cuenta, con sus propios recursos. Sophie Marinopoulos insiste en el valor del juego: «Construcción de su vida interior, manipulación de objetos, desarrollo de la autoestima, motor de reflexión, de lógica, de estrategia… El juego ofrece una suma de experiencias extremadamente ricas que el niño necesita para crecer».