Para muchos niños, en muchas familias, la hora de irse a dormir es complicada… ¿Qué pasa en ese momento? ¿Qué podemos hacer para que todo vaya mejor? Investigación y descubrimientos de Anne Bideault sobre el sueño infantil.
«Lo he intentado todo»
Para ser sincera, no sé por qué me he metido a escribir este artículo: la hora de irse a la cama siempre se me ha resistido con mis hijos. Pero me tranquiliza saber que a mi alrededor nadie presume de no tener problemas a este respecto. Como la mayoría de los padres jóvenes, lo he intentado todo: tumbarme en el suelo junto a su cama (muy incómodo…), intentar que duerma con su hermana mayor («¡no, mami, no me deja dormirrrr!»), pasarme horas a oscuras cantándole (¿y mi cena?), llevármelo a la cama con nosotros (¡no para de moverse!), volver a sacar la cama con barrotes (y no fue tan mala idea…), llamar a la canguro (¿por qué con ella es más fácil…? Bueno, por lo menos, aprovechamos para ir al cine), ser un modelo de paciencia (con el tercer vaso de agua, el tercer pis, el enésimo beso…), hacerme la dura («¡se acabó; llora si quieres!») y ceder («¿son las once y quieres mirar un cuento? Pues vale…»).
«Pero no estoy sola»
Entre el 25 y el 30 % de las visitas al pediatra están relacionadas con el sueño. Y no es un problema menor: una falta crónica de sueño repercute en la concentración y, por tanto, en el aprendizaje y también en el comportamiento (nerviosismo, agresividad…). Además, aumenta el riesgo de enfermedad y de sobrepeso. Como referencia y sin olvidar que las diferencias entre individuos son notorias, entorno a los cinco años, un niño necesita dormir unas once horas (siesta incluida) y debería acostarse sobre las 20.30 h.
Escuchar a los expertos
¿Qué hacer si no lo logramos y nos sentimos unos malos padres? La pediatra y especialista en el sueño Marie-Josèphe Challamel explica que la mayor parte de los problemas de sueño no son graves y «obedecen a causas medioambientales». Con medioambientales, se refiere al entorno, a las rutinas y las acciones que rodean el momento de irse a dormir y, en especial, al hecho de que el niño «se ha ya vuelto dependiente de sus padres para dormirse». La matrona Anna Pinelli tranquiliza a los padres: «¡Todos lo acabáis logrando!». Después de informarse en cada caso sobre el contexto, las costumbres y la forma de actuar, les aporta ciertos conocimientos relevantes, fisiológicos y psicológicos, sobre el sueño infantil. Y con cluye: «Desdramatizando, con paciencia y con presencia, los padres pueden desacostumbrar a sus hijos de sus malos hábitos de sueño».
Seguir las pistas
Para saber si tu hijo está falto de sueño, obsérvalo al final del día: un niño que duerme lo suficiente suele estar tranquilo, poco colérico, no inquieto ni agresivo. Observa también los signos, por lo general silenciosos, que revelan que el tren del sueño llega: el niño se frota los ojos, la nariz, se aísla… Si pierde el tren, llora, ¡ya no sabe lo que quiere! Y, a menudo, malinterpretamos su llanto, como señala Anna Pinelli: «En los bebés y los niños pequeños, la fase de conciliar el sueño es agitada. Los adultos suelen interpretar esta agitación como una resistencia a irse a dormir, lo que amenudo les induce a no meterlos en la cama o a levantarlos para cogerlos en brazos».
Buenos hábitos para dormir en la infancia
• Controlar que el ritmo vigilia-sueño sea regular: ontrolar que el ritmo vigilia-sueño sea regular fijar una hora para que el niño se vaya a dormir y no cambiarla radicalmente en el fin de semana o cuando el niño se queda en casa de los abuelos.
• Una hora antes de dormir, fuera pantallas: está comprobada la relación entre el tiempo ante una pantalla (tele, tablet…) y la disminución del sueño.
• La temperatura corporal también cuenta: a temperatura corporal también cuentacuanto más elevada es, más cuesta dormirse. Por tanto, hay que evitar los juegos o las actividades físicas entre la cena y el momento de irse a la cama.
• Evitar el exceso de estimulación visual. Hoy en vitar el exceso de estimulación visual día, los niños reciben tanta que a veces les cuesta cerrar los ojos. Sin embargo, las ondas alfa, que favorecen el sueño, sólo se liberan con los párpados cerrados.Para ayudarle, se le puede poner un pañito ligero sobre la frente y los ojos, vigi lando, por supuesto, que nunca le tape la nariz.
• Los niños deben acostumbrarse cuan os niños deben acostumbrarse cuanto antes a o antes a dormir a oscuras ir a oscuras o en penumbra. La secreción de melatonina, fundamental para con ciliar el sueño y mantenerlo, se bloquea con la luz (so bre todo, con las luces led y su resplandor azulado).
• Hay que crear un ambiente tranquilo en la casa: es ay que crear un ambiente tranquilo normal que no quiera permanecer en la cama si sus padres están viendo un partido en el salón o si su hermana está oyendo música alta en su habitación.
• Instaurar un ritual: se ha demostrado que los niños nstaurar un ritual cuyos padres repiten cada noche el mismo ritual se duermen antes.
• Avanzarle lo que va a pasar y no ceder: «Te voy a leer dos cuentos y luego me iré». Si está prevenido, el niño acepta mejor las reglas. El cuento debe leerse con el niño ya en la cama, para evitar que tenga que desplazarse al final de la lectura. Quizás no me creáis, pero después de este artículo, las noches se han vuelto más tranquilas en casa…