Hay que intentar por todos los medios que la lectura no se convierta en una obligación para el niño. Sin olvidar que el aprendizaje de la lectura lleva tiempo, demostrémosle que leer es ante todo un placer.
Leer es placer, no obligación
Aprender a leer es un proceso largo y difícil, no sirve de nada ocultárselo al niño. Pero, en cambio, sí podemos mostrarle, ante todo, el placer que podrá obtener de la lectura.
¿Acabas de leer un artículo o una novela que te ha apasionado? Intercambia impresiones con tu pareja o con otros adultos: al verte manifestar tu entusiasmo, al oírte decir que te gusta leer, tu hijo sentirá ganas de acceder a ese placer misterioso.
Aunque no seas un devorador de libros, puedes propiciar mil ocasiones para compartir el placer de la lectura y de la escritura: hacer una tarta juntos, leyendo la receta en voz alta, seleccionar programas de televisión en familia con la ayuda de una revista, leer las reglas de un juego nuevo antes de empezar una partida, escribir una postal a los abuelos, hacer la lista de la compra…
La lectura y la escritura forman parte de la vida cotidiana y tu hijo podrá desarrollaras ¡sin darse cuenta!