Para tu hijo, jugar con el agua es motivo de diversión y una fuente inagotable de descubrimientos. Os proponemos cuatro juegos para perder el miedo al agua y, sobre todo, para disfrutar con el bebé allí donde haya agua, en la playa o en el jardín.
1. Juego para perder el miedo al agua: Vasitos para trasvasar agua
Sienta al niño en la arena, donde las olas rompen con suavidad. Dale dos vasitos. Enséñale cómo meter uno en el agua para llenarlo. Pídele luego que vacíe su contenido en el otro. Y que repita la operación varias veces.
¿Qué descubre el niño?
El niño aprende a corregir sus gestos, a apuntar y a ser preciso. Pero no solo eso. “Gracias a este juego, el niño experimenta una sensación de control”, apunta Claire Colin, especialista en psicomotricidad. También es un modo simbólico de entender el proceso asociado a la micción (hacer fluir el agua, detener el flujo, volver a empezar…), lo que le ayuda a aprender a controlarlo.
2. Juegos en el agua para bebés: un cubo para llevar agua
Acabas de hacer un castillo de arena precioso con tu hijo. Ya solo falta rellenar de agua el foso que lo rodea. Pide al niño que vaya a coger agua al mar con el cubo.
¿Qué descubre el niño?
Para el niño no es fácil mantener inmóvil el brazo con el que sostiene el cubo lleno de agua de modo que no se salga mientras camina. Pero es un ejercicio ideal para trabajar la concentración y la habilidad. “Este juego también fomenta la autonomía. El niño se aleja de los padres para ir a buscar agua y luego vuelve hacia ellos: así experimenta la distancia en un medio que no le es familiar”, añade Claire Colin.
3. Perder el miedo al agua jugando: una manguera para regarse
Toda la familia está en el jardín, en bañador. Cada uno riega por turno a los demás con la manguera. ¡Las carreras, persecuciones y carcajadas están garantizadas!
¿Qué descubre el niño?
¡Qué agradable es el chorro de agua que hace cosquillas en la piel! Además, estar con papá y a mamá en bañador, riéndose bajo el chorro de la manguera o huyendo de las gotas de agua fría es una situación compartida muy agradable. El pequeño hace cosas que generalmente están prohibidas y, además, cuando tiene la manguera, frente a sus padres, ¡es él el más fuerte!
4. Un piscinita para chapotear: juegar en el agua
Llena de agua una piscina inflable para que el pequeño meta los pies, las manos, ¡y seguramente el cuerpo entero!
Lo que descubre el niño
¡Cuántos descubrimientos se pueden hacer en una piscina inflable! Chapotear con los pies, observar el propio reflejo en el agua, sumergir los antebrazos y verlos ligeramente deformados a través del agua… Sentarse en la piscinita y notar las paredes contra la piel… “Son experiencias muy variadas –dice Claire Colin– que van de la puramente afectiva de sentirse bien en la piscinita a la observación casi científica, pasando por el juego que le permite desahogarse. Y todo eso ¡con una simple piscina inflable!
Texto: Isabelle Gravillon