¿Has pensado en llevar a tu hijo o tu hija a la ludoteca, un lugar maravilloso que descubrir para placer de niños y padres? Catherine Watine, especialista en juego infantil, expone cinco buenas razones para hacerlo.
Por qué llevar al niño a la ludoteca es una buena idea
1. Un espacio para explorar juegos nuevos
«La primera vez que llevé a Lucía a la ludoteca, se abalanzó sobre una Barbie. Me dejó de piedra… En mi opinión, no era (¡para nada!) un juguete interesante», cuenta Laura, mamá de Lucía, de 2 años y medio. «En una ludoteca, se puede encontrar todo tipo de juguetes —explica Catherine Watine—. En casa, la selección es, lógicamente, más reducida: los juguetes no son baratos y ocupan mucho espacio; además, los padres los eligen en función de sus gustos y de su propia idea de lo que es un «buen» o un «mal» juguete.»
2. Podéis aprovechar los consejos de los profesionales
«Una tarde, estaba en la ludoteca con Martín y una monitora se me acercó y me dijo muy amablemente: «Noto que a su hijo le gusta que le mirase mientras está jugando» —cuenta Jaime, papá de Martín, de 18 meses—. Creo que notó que yo no sabía muy bien qué hacer allí y su sugerencia me ayudó.» Los monitores no suelen intervenir, pero son muy observadores. «El principio que rige una ludoteca es el del juego libre —confirma Catherine Watine—.
Pero los monitores sí que pueden poner al alcance de los niños ciertos juguetes para que sean ellos quienes tomen la iniciativa de cogerlos y para estimular su imaginación; por ejemplo, colocando sobre una mesa un juego de construcciones.»
3. En la ludoteca puedes compartir un rato agradable con tu hijo
Los móviles de los padres se quedan en silencio en el bolso o en el bolsillo. Y la tableta y el ordenador no son bienvenidos. Es el contexto ideal para dedicarse por completo al niño sin ser molestado o requerido por las urgencias cotidianas. «Cuando volvemos de la ludoteca, Lucía suele estar muy tranquila —cuenta Laura—. No se enfada ni está todo el tiempo detrás de mí. Es como si ya hubiese recibido la dosis de atención que necesita.» Catherine Watine asegura que el tiempo pasado en la ludoteca «es un auténtico paréntesis de descompresión, tanto para el niño como para el adulto».
4. Los niños pueden estar con otros niños
La ludoteca es, también, un escenario para la socialización. Los diferentes espacios, organizados en función del estadio de desarrollo del niño, no están separados por paneles o tabiques, de modo que se facilita la interacción entre los niños. «A Martín le fascina observar a los niños mayores mientras juegan. ¡Y casi siempre intenta imitarlos!», cuenta Jaime. Entre niños que todavía no están acostumbrados a jugar juntos, los roces son inevitables, pero las dificultades se superan rápido. ¡Está claro que el cochecito del niño de al lado es mucho más bonito que el cochecito idéntico que está en la estantería! «Pero, cuando les explicamos que aquí los juguetes son de todos, enseguida interiorizan la costumbre de compartir», explica Catherine Watine.
5. Libros y juguetes se pueden probar antes de comprar
¿Te has fijado en un juguete pero dudas si comprárselo a tu hijo? La ludoteca es el lugar ideal para testarlo sobre el terreno, ver si de verdad le gusta y si es adecuado para él. Y si te falta inspiración, la ludoteca es un gran escaparate de ideas, como cuenta Laura: «Al ver a mi hija jugar con tanta ilusión a las tiendas, decidí comprarle verduras y frutas en miniatura y una pequeña caja registradora. ¡Y por ahora es su juguete favorito!».
Texto: Isabelle Gravillon