Campings, apartamentos, hoteles… Esos lugares desconocidos pueden desestabilizar a vuestro hijo, tan acostumbrado a su casa, pero también le ofrecen la ocasión de hacer grandes descubrimientos. Seguid estos consejos para ayudar a los niños a adaptare a los cambios en vacaciones.
Organizar al bebé una visita guiada
¡Qué bien estar ya en el hotelito o en el bungalow que encontrasteis por internet! Seguro que vuestro entusiasmo es contagioso. Una visita guiada el primer día –desde el jardín hasta los armarios de su cuarto, pasando por todas las habitaciones– hará que el niño se sienta más seguro y se libere de los nervios de encontrarse en un lugar desconocido. Pero, a veces, hay imprevistos.
“El verano pasado, dormimos en una tienda de campaña con nuestro hijo de 2 años. Durante la noche, empezó a llover. El niño estaba aterrorizado por el ruido de las gotas de lluvia al rebotar sobre la lona”, cuenta Geoffroy, padre de Lucien. Es evidente que una visita guiada no hubiera podido anticipar lo que iba a pasar. Pero los padres pueden escuchar con sus hijos los ruidos inusuales y explicárselos, para evitar que el pequeño dé rienda suelta a su imaginación e invente historias de miedo.
Crear al bebé un entorno conocido
Para que el niño se sienta bien en un lugar en el que no ha estado nunca antes, necesita encontrar algunos objetos familiares. No hay por qué viajar con la casa a cuestas ni transportar sábanas impregnadas de su olor o su protector. Su peluche basta sobradamente para tranquilizarlo: el papel de ese compañero inquebrantable es precisamente el de ayudarle a enfrentarse a situaciones nuevas un poco inquietantes.
“Cuando nos vamos de vacaciones a un apartamento, siempre nos llevamos algunos de los juguetes favoritos de Lise. ¡Es como si transportáramos un trocito de su habitación!”, confiesa Sylvaine, madre de Lisa, de 18 meses. También es conveniente mantener las costumbres que soléis practicar antes de dormir.
Pensar en la seguridad del niño
Durante las vacaciones, baja la presión, es normal… Salvo en un tema: la seguridad del niño. Hay que vigilarlo de cerca, más incluso que en casa. Sobre todo si hay agua cerca, escaleras en el apartamento, coches en el camping, un jardín que da a una carretera…
A su edad, los avisos preventivos no valen nada ante el impulso súbito y las ganas de descubrir. “A menudo, los accidentes ocurren por falta de comunicación, porque creemos que es el otro cónyuge el que vigila. Mi pareja y yo preferimos no andarnos por las ramas y decir las cosas claramente: en la próxima media hora, yo vigilo a Lucien”, explica Geoffroy. Y vigilar significa no quitarle los ojos de encima, ¡ni un minuto!
Dejar que aproveche la ocasión
Para que el pequeño crezca, no hay nada como enfrentarse a lo desconocido y encontrar estrategias para adaptarse. Un lugar nuevo es siempre una fuente de descubrimientos enriquecedores. De modo que, sin perderlo de vista y sin alejarte de él más de unos metros, deja que se suba a ese murete de pocos centímetros, que explore por debajo de la escalera, que friegue contigo los platos en los lavabos del camping…
Lejos de casa, descubrirá también otras normas de vida. En un edificio de pisos, no se salta con los pies juntos sobre la cabeza de los vecinos de abajo, por ejemplo. Y dentro de la tienda no se cantan canciones infantiles a grito pelado por la noche, antes de dormir. A cambio, puede oír el concierto de las ranas o las voces de sus padres que están tomando el aperitivo con los vecinos…
Texto: Isabelle Gravillon.