Los niños pueden aprender desde bien pequeños la importancia de cuidar y proteger el medio ambiente. Así es como los padres podemos enseñar a los niños valores ecológicos.
¿Qué pueden comprender los bebés sobre la ecología y la protección del medio ambiente?
Evidentemente, no se trata de enseñar a los más pequeños a reducir su huella ecológica o de abrumarlos con discursos angustiantes sobre el estado del planeta. Se trata, más bien, de ofrecerles la posibilidad concreta de explorar su entorno natural, tanto vegetal como animal. Para muchos niños, en particular para los que viven en la ciudad, el contacto con la naturaleza se limita a los excrementos de los perros en las aceras, la tierra de las macetas de casa o los árboles enmarcados en un alcorque. Una visión de la naturaleza bastante reducida…
¿Cómo pueden los padres favorecer el contacto con la naturaleza de los niños?
No considerando como algo sucio o peligroso el hecho de que su hijo manosee piedras, hojas secas que encuentra por el suelo, arena, algas o incluso caracoles. Un pequeñín no enferma por haber estado en contacto con algunas bacterias, ¡al contrario, así fortalece sus defensas! Además, el conjunto de experiencias sensoriales, emocionales y psicomotrices favorece su desarrollo, sobre todo si las comparte con sus padres: por ejemplo, sentir las cosquillas de la hierba en los pies desnudos, diferenciar entre la arena fina y la tierra mojada, arrugar una hoja de un árbol y apreciar el olor que desprende, etc.
Dentro de la exploración de la naturaleza, ¿qué otras actividades «ecológicas» podemos ofrecer al niño?
Por ejemplo, todo tipo de talleres o de tareas manuales realizadas con materiales reciclados. Con los catálogos y la publicidad que nos llegan al buzón, el niño puede rasgar, arrugar, pegar, etc. También podemos fabricar con él pintura vegetal, que no es tóxica. Basta con pasar por la licuadora una lombarda para obtener pintura violeta. Si le añadimos una gotitas de limón, obtenemos la pintura rosa. ¡Y con unas escamas de jabón, la verde! Estos juegos «naturales», creados a partir de elementos de la vida cotidiana, pueden convertirse en algo absolutamente mágico.
Los libros, los discos… ¿pueden ser soportes interesantes para los niños?
¡Por supuesto! Todos los cuentos sobre la vida de los animales y sus costumbres son una buena elección. No sólo porque fascinan a los más pequeños, sino también porque los animales son auténticos ecologistas, modelos a seguir: su instinto de supervivencia en la naturaleza les hace comportarse con un enorme respeto por su ecosistema. Por ejemplo, tienen mucho cuidado de almacenar bien sus dehechos o de enterrarlos para no intoxicarse con ellos. Otra sugerencia: los CD con sonidos de la naturaleza y cantos de pájaros, que traen la naturaleza a casa y resultan muy relajantes.
¿La alimentación puede constituir un factor de enseñanza ecológica para niños?
¡Claro que sí! Por ejemplo, se puede acostumbrar al niño a comer frutas y verduras de temporada. ¡Es hacerle un estupendo regalo! Efectivamente, ofreciéndole fresas en primavera y no en enero, hay muchas más probabilidades de que estos frutos estén especialmente sabrosos en vez de insípidos e inodoros. Y, así, acostumbrado desde edad temprana a comer buenos productos, agradables al paladar, al ir creciendo, el niño tenderá a conservar ese placer. Cuando pueda elegir, escogerá frutas y verduras de temporada, colaborando en la protección del planeta y evitando los transportes indebidos. De manera espontánea, se comportará como un verdadero ecologista.