Ir al baño como un niño o una niña mayor es todo un reto. A menudo, los padres tenemos más prisa que los hijos. Pero el control de los esfínteres no se enseña, solo podemos acompañar a los pequeños.
¿Mi hijo está preparado para quitarle el pañal?
Decir adiós a los pañales… ¡un sueño! Pero, para poder prescindir de ellos, el niño tiene que estar preparado. Controlar los esfínteres no es tan sencillo. ¿Qué signos nos anuncian que ha llegado el momento? La agilidad del niño es un buen indicador: levantarse solo, subir la escalera del tobogán… Pero las cosas también tienen que estar claras en su cabeza, es decir, tiene que aprender poco a poco a estar pendiente de sus sensaciones para ser consciente de la necesidad fisiológica de evacuar. En otras palabras: tiene que darse cuenta de que necesita ir corriendo al orinal. Por eso es inútil intentarlo antes de tiempo: cuanto más decidimos los padres en lugar del niño –sentándolo obligatoriamente en el orinal–, menos atento está el pequeño a sus sensaciones.
¿Cuándo empezar con el control de esfínteres?
Si tu hijo pide el orinal motu proprio, no desaproveches la ocasión. En cambio, si eres tú quien se lo ofrece, ten paciencia. ¿No le interesa? ¿Cambia de tema? ¿Se limita a marear la perdiz? ¿No parece incómodo ni siquiera cuando el pañal está sucio? Dale tiempo. Desde luego, en verano es más fácil: lleva menos ropa, se hacen muchas actividades al aire libre… Por otra parte, si la familia está viviendo cambios importantes (el nacimiento de un hermanito, una mudanza…), es mejor no pedir mucho al niño. Puede ocurrir incluso que un pequeño que ya utilizaba el orinal quiera recuperar el pañal. La edad media para la retirada de los pañales está entre los 18 meses y los 3 años y medio. Primero de día y, unos días más tarde, también por la noche.
¿Dónde colocar el orinal?
Hacer pis no es un juego ni un espectáculo: el lugar del orinal es el cuarto de baño, no el salón o el dormitorio. Algunos fabricantes han diseñado orinales en forma de coche o de animal. ¡Qué confusión! El orinal no es un juguete. Los asientos adaptadores para retretes tienen una ventaja: el niño siente que lo hace «como los mayores». Pero hay que poner los medios para que pueda subirse solo, sin tener que pedir ayuda.
¿Hablas con tu hijo de «pis y caca»?
Lo más probable es que sea un tema de conversación recurrente entre él y vosotros. Porque a menudo os toca recordarle: «¿Necesitas hacer pis?» (fijaos en que es una necesidad, no un deseo). También es normal que el niño observe con curiosidad lo que hay en el orinal. Las primeras veces, puede manifestar inquietud: ¿será un trozo de sí mismo? En ese caso, hay que explicarle qué son las heces y la orina: los restos de lo que ha comido, después de que el cuerpo ha absorbido todo lo que necesita. Es normal desechar lo inservible. Podemos compartir con él la alegría de sus «primeras veces» en el orinal: «Puedes estar orgulloso: se nota que estás creciendo, ya lo haces como los mayores». Pero, si no lo logra o si tiene un accidente, no pasa nada, ya lo conseguirá cuando esté preparado.
¿Y si el bebé tiene algún retroceso o percance?
Si os preocupan los accidentes en el periodo de transición del pañal al orinal, podéis optar por las braguitas o calzoncillos de aprendizaje. Los desechables se parecen mucho a los pañales: es una pena, porque el niño tiene la impresión de seguir siendo un bebé. En cambio, si son lavables, parecen unos calzoncillos o unas braguitas de verdad. Para facilitar las cosas, hay que evitar la ropa complicada: olvidaos de los pantalones de peto, de los botones y del cinturón.
¿Y en el colegio?
El niño deja el pañal porque se hace mayor, no porque vaya a ir al colegio o por complacer a sus padres. No es bueno presionarlo: «¿Y cómo te las vas a arreglar en el cole?». Si se acerca el momento y no lo logra del todo, habla con los responsables del centro. Una maestra abordaba el tema con total naturalidad: «¡Los primeros días de primero de Infantil nos pasamos la vida en los servicios! No hay de qué preocuparse». En general, el entrenamiento ayuda mucho. En todo caso, si el niño realmente no está preparado, tendréis que organizaros para acortar las jornadas o aplazar su entrada en el colegio. Pero aún tenéis todo el verano para pensarlo y, de aquí a entonces, tal vez veáis cómo vuestro pequeño descubre «el camino al orinal».
Anne Bideault