Ni muy cerca ni muy lejos… No siempre resulta fácil encontrar el equilibrio cuando te pones a jugar con tu bebé. Pero es una «regla» necesaria para ser buenos compañeros de juego. Toma nota de estos consejos para jugar con el bebé, sin dirigir su juego.
Jugar con el bebé sí, mandar sobre su juego no
Me encanta sentarme en la alfombra a jugar un buen rato con mi hija: puzles, cocinitas, Playmobil… ¡de todo! Aunque a veces pienso que, si siempre juego con ella, quizás le impido aprender a entretenerse sola y a avanzar en su autonomía…», cuenta Alexia, mamá de Lila, de 2 años.
Como casi siempre, en el equilibrio se encuentra la actitud más apropiada: la alternancia de momentos en los que el adulto se implica en los juegos del pequeño con otros en los que le deja para que se distraiga solo. «El niño aprecia el placer del juego compartido con sus padres, los juegos que le proponen, los descubrimientos hacia los que le conducen… Pero, del mismo modo, necesita juegos en solitario en los que dejarse llevar por la imaginación sin que nadie se inmiscuya. O, simplemente, en los que pueda decidir por sí mismo lo que necesita explorar», explica Frédéric Kochman, psiquiatra infantil.
Esperar un poco antes de intervenir… «Cuando Lila se enfada y llora porque no consigue hacer una torre de cubos o encajar una pieza del puzle, le echo una mano. ¡No quiero que se quede con esa frustración!», reconoce Alexia. Pues cuidado con precipitarse… Un niño contrariado por un juego que se le resiste experimenta todo tipo de emociones: por supuesto, la ira es una de ellas; pero también la perseverancia, y, sobre todo, el orgullo cuando logra encontrar una solución por sí mismo, siem pre que le demos tiempo para hacerlo. «Entonces, los padres sí que pueden in tervenir para aplaudir y fe licitarlo, algo que es estupendo para la cons trucción de la confianza en sí mismo. Y, si realmente no puede resolverlo solo, los padres pueden mostrarle el modo de hacerlo como quien no quiere la cosa… Por ejemplo, haciendo el juego a su lado: así, el niño podrá observarlos e imitarlos», sugiere el doctor Kochman.
El niño ha de dirigir el juego… ¡En el juego, manda él!
Cuando juegas con tu pequeño, lo ideal es dejarle llevar las riendas y ponerte a su dis – posición, aunque sus elecciones te sorprendan a veces. Si en un juego de comiditas te pide que hagas el papel del bebé que no quiere comer y él asume el del papá enfadado… ¡tiene sus razones! «Sin duda, está reviviendo y asi milando un hecho vivido recientemente; por eso es importante dejarle hacer este trabajo mental interfiriendo lo menos posible», insiste Frédéric Kochman.
¿Ha cogido la plastilina? Evita sugerirle que haga un churro o un muñeco: aun con la mejor intención, podrías bloquear su propio deseo. Mejor plan téale una pregunta: ¿qué quieres hacer? «Recurrir a este tipo de preguntas siempre es una bue na opción: “¿Quién vive en ese castillo tan bonito que has dibujado?”, “¿Tu princesa va al cole?“. De este modo, inevitablemente, el niño pone palabras a sus juegos, aprende a contar una historia, a elaborar un cuento, enriquece su vocabulario…», señala Frédéric Kochman. Entonces, el juego se convierte en una fuente de aprendizaje, ¡con sus placeres y sus frustraciones!