¡¡NAVAPU!! A ver… “navaja”, “naval”, “naviera”… ¡No encuentro “Navapu! Cada día salen un montón de palabras nuevas de la boca de vuestro hijo. Son palabras inventadas, repetidas, memorizadas… el niño habla cada vez mejor. ¡Estáis admirados de sus progresos! Repasemos la gran aventura del aprendizaje del lenguaje entre los 18 meses y los 3 años.
Cuándo comienzan a hablar los bebés
“Hace solo unas semanas, para Léo, todas las frutas eran “nanas” (manzanas). Ahora sabe nombrar muchas otras frutas: plátanos, naranjas, peras… ¡Es impresionante ver hasta qué punto se ha diversificado su vocabulario en tan poco tiempo!”, cuenta Marianne, madre de Léo, de 2 años.
No en vano, los especialistas hablan de una auténtica explosión del lenguaje entre los 18 meses y los 2 años. A los 12 meses, un pequeño pronuncia unas diez palabras, que se convierten en sesenta hacia los 18 meses y, luego, en más de 300 a los 2 años y 500 a los 2 años y medio. Hacia los 6 años ya se habrá embolsado 10 000 palabras (fuente: un estudio de Bates y colaboradores, 1995).
Cómo aprenden a hablar los niños
¿Y cuál es el secreto de los pequeños aprendices del lenguaje para retener varias palabras nuevas cada semana? ¿Una memoria de elefante?
“Un niño pequeño no aprende listas de palabras de memoria. Su método no tiene nada que ver con el que empleará más tarde para aprender una poesía”, explica Josie Bernicot, catedrática de psicología del desarrollo y especialista del lenguaje. “A partir de los 18 meses, el niño posee los medios intelectuales y cognitivos para proceder por categorización. De forma imaginaria, podríamos decir que para memorizar una palabra nueva la ordena en su pequeña biblioteca de palabras ya existentes, en la carpeta temática correspondiente. Por ejemplo, retendrá ‘caniche’ clasificándola en la categoría de ‘perros’”.
“La última ocurrencia de Léo es juntar dos palabras: coche brum-brum, moto brum-brum, tamión (camión) brum-brum”, dice Marianne divertida. “Este lenguaje telegráfico generalmente se compone de un verbo y un nombre o bien de dos nombres. Por ejemplo: ‘roto coche’ (por ‘el coche está roto’) o ‘mamá leche’ (por ‘mamá, quiero leche’). Esta asociación de dos palabras es universal, la encontramos en todas las lenguas y en todas las culturas.
En cuanto al orden de las palabras, cada niño tiene su propia gramática personal, que no tiene nada que ver con las reglas sintácticas de la lengua adulta. Así, uno niño dirá, por ejemplo, “coche mío” mientras que otro preferirá “mío coche”, subraya la especialista. A lo largo de los meses, las frases se irán haciendo cada vez más complejas. Hacia los 3 años, añadirá los artículos, los pronombres y otras palabras de localización y respeto de la estructura de la base de nuestra lengua: sujeto + verbo + complemento.
Cómo apoyar al niño en el aprendizaje del lenguaje
Pronuncia con dificultad algunas palabras, le cuesta interpretar una frase que puede tener varios sentidos… A veces, los intentos del aprendiz de orador deja a los padres desconcertados. “Nunca sé si tengo que corregirle, si tengo que pedirle que repita pronunciando bien o si debo poner las palabras en el orden adecuado…”, reconoce Marianne.
Josie Bernicot asegura que es mejor no corregir sistemáticamente al niño. Eso puede entorpecer los intercambios e incluso romper el diálogo. Sin embargo, se puede actuar con tacto, reformulando lo que se acaba de decir, pero sin hacérselo repetir. O también lanzar hipótesis: “¿Quieres que mamá te dé leche?” O bien: “¿Dices que mamá ha terminado de beber la leche?”.
Además, es conveniente no dirigirse al niño muy a menudo en tono imperativo y expeditivo: “¡Date prisa! ¡Come!”. Es mejor tomarse el trabajo de hacer frases completas y emplear las palabras adecuadas, sin simplificar demasiado. Porque el niño comprende muchas más palabras de las que es capaz de pronunciar.
Texto: Isabelle Gravillon.