A veces, hay que mimar a las niñeras; otras, tomar al asalto las escuelas infantiles. Y no todas las comunidades funcionan del mismo modo. Conocer los diferentes tipos de cuidado infantil permite valorar mejor las ventajas y los inconvenientes de cada opción.
La escuela infantil: crecer junto a otros niños
En las escuelas infantiles, tanto la higiene, como la seguridad de las instalaciones y la competencia del personal están fuera de duda. Todas están obligadas a cumplir determinados requisitos: contar con personal especializado en educación infantil; tener un local de uso exclusivo y una sala multiusos de, al menos, 30 metros cuadrados, y no sobrepasar un número máximo de alumnos por aula. Compartir los microbios es un modo bastante seguro de pillarlos todos… pero también es una manera de estimular la inmunidad; y los hora rios son fijos… pero las actividades suelen ser variadas. Las escuelas infantiles pueden ser públicas (gestionadas generalmente por los ayun – tamientos o las comunidades autónomas), privadas, o de empresa (reservadas a los asalariados de una o varias compañías). Hoy en día, la mayor parte tienen una estructura flexible: aunque hay un horario establecido, ofrecen un servicio de acogida más amplio.
Madres de día: una figura poco conocida en España
Las madres de día son mujeres –muy raramente hay padres de día– que acogen a los niños en su propia casa. Suelen ser educadoras con una formación específica y pueden cuidar hasta cuatro niños menores de 3 años. En España, este modelo está muy poco extendido y tan solo está regulado en Navarra. Las ventajas de esta opción son la flexibilidad, la relación más personalizada, el encuentro con otros niños… Pero los padres tienen que estar dispuestos a convertirse en empleadores, anticiparse a las solicitudes (como las vacaciones) y saber abordar los temas que puedan ser conflictivos.
La cuidadora a domicilio: crecer en casa
Para las familias que tienen varios hijos u horarios irregulares, la cuidadora a domicilio es la solución ideal: no hay que desplazarse y se disfruta de bastante flexibilidad. Pero tener a alguien en casa no siempre es fácil: el diálogo, el respeto, la puntualidad (por ambas partes) y la precisión del contrato de trabajo son claves para que la relación marche sobre ruedas.Todo tiene lugar en casa: cuidan de vuestro hijo en su universo familiar. No hay que despertarlo temprado ni siquiera vestirlo y los horarios suelen ser flexibles. Además, (si lo habéis decidido de común acuerdo), la cuidadora puede echaros una mano en algunas tareas domésticas. Algunas familias se organizan para compartir los gastos del cuidado a domicilio de sus hijos. En este caso, la cuidadora compartida acude alternativamente a la casa de uno y de otro niño. Sea cual sea la modalidad elegida, no hay que olvidar que el contrato de trabajo es siempre obligatorio.
Anne Bideault