Por la noche, los rituales que acompañan al chiquitín a la cama le ayudan a relajarse y a conciliar el sueño. La hora de dormir al bebé, ha de ser un momento especial.
Rituales para la hora de dormir al bebé
El sueño no se decreta. Para dormir, es necesaria una preparación: hay que despedirse del día y del conjunto de experiencias, emociones, aventuras, excitación; aplacar las tensiones, los contratiempos, los enfados; distanciarse del día para entrar en la noche; abandonar el estado de vigilia para sumergirse en el sueño… Y, para la mayoría de los niños, también supone alejarse de sus padres y quedarse solitos en la cama.
Para que esta transición se haga con tranquilidad, los rituales desempeñan una función de sosiego del cuerpo y del espíritu. Repetidos noche tras noche, constituyen referencias que tranquilizan al niño y, además, propician un momento privilegiado, en el que el padre o la madre se pone a disposición, en exclusiva, de su hija o su hijo. Para acompañar paso a paso este ritual, os ofrecemos algunas palabras para susurrarle con ternura al oído…
Antes de llevar al niño a la cama… nos cepillamos los dientes
«¡Los dientes han trabajado mucho! Han masticado, mordido… hay que limpiarlos, aunque sean dientes de leche. Un poquito de pasta en el cepillo y… ¡a frotar! Hacia arriba, hacia abajo, por los lados, a la derecha, a la izquierda, sin olvidar la parte de dentro… ¡No es fácil! Si me necesitas, te ayudo.» Truco: para que no se manche, podemos dejarle puesto el babero de la cena. Si el lavabo es demasiado alto, un taburete escalón lo solucionará. Pero también podemos enjuagar y escupir, por qué no, en la bañera, el bidé o el plato de ducha…
Para ir a la cama… nos preparamos
«Es de noche y toca dormir, ¿ya has hecho pis? Vamos, el último pis en el orinal y ponemos el pañal. Ahora, a por el pijama, ¿está bajada la persiana? ¡Ya estamos listos para ir a la cama! Pero antes, cantamos una nana. Un besito… otro… ¡y otro más!
Antes de dormir… contamos un cuento al bebé
«Siéntate en mis rodillas y vamos a recostarnos en el cojín blandito para estar más cómodos. ( ¡El cuento de la noche es sagrado!) Una página, dos páginas, diez páginas… ¿Otra más? ¿Y otra…? Ah, no, ¡habíamos dicho que era la última! Pero si quieres, te cuento al oído cómo ha sido tu día, todo lo que has hecho. ¿Me ayudas?» Un besito más… «¡Oh, qué cama tan blandita! Es justo de tu medida… Si fuese más pequeña, no cabrías; ¡si fuese más grande, te perderías! ¿Dónde está tu peluche? En tus brazos, ¡y ya se ha dormido! Buenas noches, un beso, cariño…»
Para dormirnos… nos hacemos mimos
«Para dormir bien, el depósito de mimos debe estar a tope. Puedes tumbarte y te doy un masaje con la yema de los dedos: bajo por tu carita y paso por encima de las orejas. Llego a los hombros, los brazos están relajados. Te acaricio suavemente la tripita. Y también las piernas, que te han llevado todo el día. Y llego a los piececitos: masajeo con el pulgar ( ¡sin hacer cosquillas!) la planta. Y luego, los deditos, uno a uno, muy despacio. De arriba abajo, todo tu cuerpo está relajado.»
Dulces sueños… zzz… ¡hasta mañana bebé!»