La música relaja a los bebés cuando están tensos, los ayuda a canalizar su rabia y calma su agitación. Gilles Diederichs, compositor de música de relajación para niños, lee para nosotros esta partitura de bienestar. Esta es la música recomendada para bebés.
Tipos de música buena para bebés
1. Canciones de cuna para bebés
Las nanas, compuestas sobre un ritmo que imita un balanceo natural (un tiempo a la izquierda, un tiempo a la derecha, al modo de un metrónomo), estas dulces cancioncillas tienen un efecto casi hipnótico. Cuando un niño oye una nana, sus ritmos corporales se sincronizan con el de la canción: el ritmo cardiaco, el ritmo de las ondas cerebrales… Su atención se reduce y el niño se calma.
2. Música clásica para niños
Está demostrado que escuchar música clásica provoca reacciones fisiológicas: el cuerpo produce hormonas antiestrés, las endorfinas. Las sonatas de Mozart o de Debussy, por ejemplo, resultan especialmente relajantes por su sencillez y su color sonoro, muy puro, que sitúa en primer plano a un instrumento: piano, clarinete, arpa o flauta.
4. Músicas del mundo para niños
Repertorio de percusiones de todo tipo, a menudo imitan sonidos de la naturaleza. Nada mejor para que el niño sueñe despierto, para empujarle a imaginarse en un bosque o a la orilla de un riachuelo. La tabla india o tablá (tambores), que se golpetea con la yema de los dedos, puede evocar el sonido de las gotas de agua. Las claves (bastones de madera maciza que se golpean uno contra otro) pueden imitar el sonido de los cascos de un caballo.
5. Jazz para niños y bebés
Algunos fragmentos de jazz en los que los cobres (trompeta, trombón, tuba…) se tocan muy suavemente tienen efectos calmantes. Se debe a la calidad de los acordes propios de esta música (cuatro o cinco notas y no tres, como es tan frecuente en otros tipos de música). Esta particularidad atenúa las melodías, les otorga una gran dulzura. Haced una prueba: The Girl from Ipanema de Stan Getz o Chetty’s Lullaby de Chet Baker.
Cómo pueden escuchar música los bebés
Hay que instalarse cómodamente con el niño: Podéis tumbaros los dos en la alfombra, uno junto al otro, o puedes sentarte en el suelo con las piernas cruzadas y poner al niño encima. Si os sentáis espalda con espalda, mantendréis el contacto físico igualmente y el pequeño no se sentirá «atrapado». ¿Preparados? ¡Que empiece la música!
Es preciso atraer su atención: Si le notas nervioso y no consigue concentrarse en la música, guíale un poco: «Fíjate, ahora suena el piano»; «Escucha la flauta… ¿a que parece que está lloviendo?». Tus comentarios y tus preguntas le irán ayudando a centrarse en lo que está oyendo. También puedes poner los altavoces cerca de sus piececitos desnudos para que note físicamente las vibraciones: una buena experiencia para sentir que la música no sólo se percibe mediante el sentido del oído, sino a través de todo el cuerpo.
Un paso más en el proceso de relajación: guíale para que respire profundamente, siguiendo el ritmo de la música. Se ponen las manitas sobre el vientre y se infla poco a poco, poco a poco… Luego, se echa el aire por la boca despaaacio, muuuy despacio… ¡Efecto relajante inmediato para todos!
Texto: Isabelle Gravillon