¿Qué diferencia hay para un pequeño lector entre encontrarse solo frente a un texto o leerlo en voz alta delante de un público? Muchísimo, a juzgar por el entusiasmo y el placer de los alumnos de quinto de primaria que participaron en el concurso de los Pequeños Campeones de lectura. Y es que, el simple hecho de leer en voz alta tiene grandes beneficios para el aprendizaje del niño.
Compartir el placer de leer con otros niños
Superadas los primeros años de aprendizaje de la lectoescritura en el colegio, esperamos que los niños lean en silencio y no en voz alta. ¿No es demasiado precipitado?, ¿Acaso no es bueno leer en voz alta?
Sí, lo es. Leer a un niño en voz alta contribuye a su desarrollo emocional, además de poner las bases de su capacidad de aprendizaje y comunicación.
“La lectura oral debería tener un lugar preponderante en la vida cotidiana hasta tercero de la ESO, defiende Delphine Saulière, redactora jefa de la revista J’aime lire. Cuanto más se verbaliza un texto, más probabilidades hay de identificar los puntos en los que se falla y poder corregirse”.
De hecho, los niños muchas veces no comprenden cómo han de resolver un ejercicio, bien sea de matemáticas, de lengua o de sociales, hasta que leen el enunciado en voz alta. Escuchar el texto, ayuda a decodificar el significado y a entenderlo mejor.
Hay que prestar atención a las sutilezas de la lengua e impregnarse de ellas: “Para transmitir las emociones del relato hay que saber leer con buena entonación y, por lo tanto, hay que interiorizar el sentido del texto. Frente a un auditorio, la tentación de formular maquinalmente las frases desaparece de inmediato”.
Y así, el texto, en lugar de limitarse a ser el soporte de los ejercicios escolares, puede que se convierta para los jóvenes en una ocasión para compartir. Un placer de la literatura sobre el que quieren poner el acento los “pequeños campeones de la lectura”.
Aurélie Djavadi